martes, 30 de junio de 2009

A la zona, le llamaba área


A la zona, le llamaba área. Una vez le ví intentar explicar lo que era una parada en un tiempo y era incapaz de caer con los dos pies al mismo tiempo. De baloncesto sabía que era algo así como un deporte que consistía en meterla por un aro. Sin embargo, por esas cosas de la vida acabó convirtiéndose en entrenador.
Cuando yo empecé mediada la veintena de años, a él ya no le quedaba un pelo negro en la cabeza (ni el bigote). Con esas premisas sería difícil convertirse en entrenador, enseñar, modelar, educar. Si encima le añadimos que nunca le sobró confianza en sí mismo, (la verdad es que tenía la justa), pues ya apaga y vámonos.
El problema es que Mariano era todo eso, pero mucho, muchísimo mas. Mariano es entusiasmo, dedicación, abnegación, sacrificio, entrega, y una humildad fuera de todo límite. A él no le importaba que los resultados fueran buenos pero sufría por “sus críos” más que los propios padres (iba a decir igual que sus propios padres pero en este caso me atreveré a decir “más”). Él tenía unos niños a los que le habían dado sus primeras nociones de baloncesto y con un par de bemoles los había federado en alevines y buscaba entrenador para infantiles porque –decía él- no estaba preparado para infantiles. ¡Que equivocado estaba!
Mariano se convirtió en entrenador y como la filosofía socrática reza, aprendió a conocerse a sí mismo. Supo ocultar sus defectos y maximizar sus virtudes. Logró transmitir deseo y ansia de superación, logró pulir diamantes donde todos podíamos ver no mas que carbón. Convirtió en extraordinarios jugadores que parecían vulgares. Maximizó sus recursos hasta límites insospechados y logró con ellos lo máximo a lo que podía aspirar.
La cuestión es que este grandísimo entrenador y mejor persona siempre ha sentido que él sirve a los jugadores y no al contrario. Que ellos son los protagonistas. Y que de ellos tan solo es el mérito de aquello que logren. Hoy día, los jugadores que ha entrenado están mas preparados no solo para el baloncesto, o para el deporte en general, sino para la vida misma. Porque con él han aprendido que es mas importante en un equipo el nosotros que el Yo. Que muchas veces en el trabajo mismo está la recompensa. Y que todo aquello que afrontes debes hacerlo con valor.
He conocido muchos entrenadores a lo largo de tantos años, con sus virtudes y defectos. Pero pocos me han dejado tanta huella como Mariano, y de pocos habré aprendido tanto... y lo que me queda por aprender.
Don Mariano Niñirola Bernal aún entrena, no sé si el año que viene llevará benjamines, alevines, o si logrará un increíble tercer puesto en junior como ha logrado este año. Y la verdad, poco importa la categoría o a quien enseñe, aquellos que tengan la suerte de estar bajo su tutela crecerán como jugadores y lo que es mucho mas importante, se convertirán en mejores personas.
Por mi parte seguiré admirándolo como los años me han enseñado a hacerlo y podré seguir contando con el privilegio de pasarme de vez en cuando por sus entrenamientos y hacer algo tan sencillo y a veces tan difícil como es simplemente, sentarme... y disfrutar.

Aquí está Mariano con sus últimos alumnos, lo bueno es que vendrán mas.

1 comentario:

  1. Que razón llevas Jose. Hasta este momento sabía que eras un grandisimo entrenador y amigo, pero lo que no sabía yo es que eras un pedazo de escritor.
    Has conseguido, pese a las horas que son, que me emocione y haya recordado tan buenos momentos. Gracias por haberme hecho que recuerde a Mariano, en serio porque los momentos que pasé a a su lado, los guardo con muchisimo recuerdo.
    He tenido tu blog bastante abandonado ultimamente, pero no te preocupes, que volveré.... oh capitan mi capitan...jaja

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