"¡Stan Van Gundy, TE QUIERO!!!"

Una falta de ataque de Dwight Howard transcurridos apenas tres minutos del último cuarto. Otra falta de Jameer Nelson a falta de 1:14 para finalizar el definitivo cuarto. Y ya está. Hasta ahí. Vamos a ver si podemos hacer la operación aritmética correcta: 1 + 1 = 2. Creo que es correcto, no?
Ahora nos ponemos en situación, gana Orlando Magic 87 a 84 a los Lakers, en su casa. Cuarto partido. Pierdes la serie por 2 a 1. Sacan los lakers desde casi su canasta y quedan 11 segundos de partido. O meten un triple para forzar la prórroga o pierden el partido y los Magic empatan la serie.
Pero los Magic como hemos visto antes, no están en bonus y todos sabemos que con dejar pasar unos segundos, pocos, 2 ó 3 tal vez, o incluso ninguno, y hacer falta (tienes margen para hacerlo un par de veces) y dejar a los lakers con escasos 3 ó 4 segundos para meter un triple. Y lo que es mas, aún a pesar de eso, podrían y deberían hacer falta para llevarlos a la linea de personal y asegurar que anotan dos puntos, pero quedan lejos de los tres que necesitan.
Eso es lo que haría cualquier entrenador, lo que haría cualquier jugador que hubiera jugado unas cuantas veces a esto. Pero no, nada de esto pasa. Se ve que esta noche estoy en un universo paralelo de fantasía e irrealidad donde mis deseos se cumplen. Qué pena no haber deseado que me tocara un premio gordo de la lotería, porque lo que estaba deseando en ese momento, tras haber dormido escasas tres horas para ver a mis Lakers de mis amores, era que de alguna extraña forma les dejaran tirar y que el tiro por forzado o raro que fuera, entrara y pudieran empatar.
Sin embargo, Ariza pone la bola en juego a un Kobe al que van a hacerle un 2x1, éste se la devuelve a Ariza y éste a Fisher que cruza sin menor problema botando el balón hasta llegar a unos 8 metros del aro, con Jameer Nelson (¡Que malo es este chico por Dios!) defendiéndolo a 2 metros, así que se levanta con relativa facilidad ante los 183 centímetros de Nelson y la enchufa!!!
Estoy descalzo, son las cinco y media de la madrugada, hace mas de dos horas que me levanté, y me tengo que ir a llevar al niño al cole a las ocho. Pero no importa, consigo reprimir los gritos pero no puedo evitar saltar con los brazos en alto, suerte que no llevo las chanclas y estoy descalzo y así se amortigua un poco. No puedo creerlo! No han hecho falta! Pudieron hacerlo y no hicieron nada y dejaron tirar y el balón entró y mi deseo se cumplió y los lakers ganarán el anillo y a Pau no le ha pasado nada por el puñetazo a dos manos de ese matón llamado Pietrus y mi admiración por Turkoglu crece y se me ocurren muchas, pero muchas mas cosas seguidas de otra "y" otra “y”, pero tengo que pararlo en algún momento.
Yo sé que todo el mundo pondrá a parir al técnico de los Magic, pero yo no. De ninguna manera podría hacerlo, yo ahora solo puedo gritar:
“¡Stan Van Gundy, TE QUIERO!!!"